jueves, 22 de mayo de 2014

"Ten caridad, predica la verdad" el lema del nuevo Obispo de la Prelatura

Fragmento del discurso pronunciado por Monseñor José Demetrio Jimenez al momento de asumir su apostolado.-

Monseñor José Demetrio Jimenez

      "Gracias por el pueblo de Dios al que pertenezco, por la Iglesia que me sostiene, por la gente que me acompaña, enseña y alienta, que me quiere más de lo que merezco, generosos conmigo más que yo mismo… No he sido obispo hasta ahora: me corresponde aprender. Les pido que me ayuden a serlo. Gracias por llevar una vida excepcionalmente normal, con luces y sombras, con oportunidades sin fin… Porque hoy continúa siendo un punto de partida y no he llegado aún a la meta. Gracias también por tener a Francisco como Papa, don de Dios a la Iglesia Universal desde Argentina. Gracias igualmente por haber sido invitado a vivir como obispo su compromiso eclesial. Gracias, en fin, porque sigo caminando. Y me queda el día a día, lo extraordinario de lo cotidiano, la belleza de lo sencillo, la eternidad de cada instante, el consejo de san Agustín: «sé grande en las cosas grandes, pero no seas pequeño en las pequeñas» (Sermón 213, 1). «La vida me han prestao y tengo que devolverla, cuando el Creador me llame para la entrega», canta la chacarera. Gracias, pues, por la vida, «que me ha dado tanto» (parafraseando la afamada canción de Violeta Parra): los ojos y los oídos, los pies y el corazón, la risa y el llanto. Los mejores materiales para hacer un bello canto. Quiera Dios que lo componga cada día de mi vida y que pueda devolver a la Prelatura algo de tanto como ya me dio. Un saludo, pues, a todo el pueblo Calchaquí: A quienes pertenecen a la Iglesia Católica. A los hermanos de otras religiones, confesiones cristianas y movimientos religiosos. A las comunidades indígenas, desde las que muchas personas comparten nuestra fe y cuya existencia nos enriquece. A quienes piensan distinto, a quienes son de otra visión de la vida, a quienes discrepan. A los ancianos y los enfermos, a los niños, adolescentes y jóvenes, a quienes no tienen lo suficiente para el desempeño de una vida digna, a los que son presa de las adicciones, a quienes apenas llegan a fin de mes con sus recursos, a los movimientos sociales, a quienes con emprendimientos sustentables y empresas honestas procuran trabajo digno a nuestra gente. A las autoridades civiles (locales, provinciales, regionales, nacionales) que desempeñan con honradez el mandato popular de servir al bien común. Y propongo: Que continuemos cuidando con esmero la vida que se nos ha concedido en este Valle: generoso en sus gentes, hermoso en sus paisajes, rico en su diversidad. Que no olvidemos nuestras tradiciones, tan autóctonas como transidas de fe, tan unidas al valor de la familia, el cuidado de los niños, el respeto de los ancianos. Que reconozcamos cómo la más grande riqueza de nuestros valles y cerros está en su gente, con sus sembradíos y animales, las plantas y las vertientes de agua, los antigales y los corrales, sus casas y el azul del cielo… no tanto en los metales que custodia en su entraña la Madre Tierra. Y estos –lo digo con todo respeto- no deben ser sacados de cualquier manera ni a cualquier costo, porque la vida tiene valor, no precio, y es tan digna que no debe cotizarse en ninguna Bolsa ni City del mundo. Que procuremos bajo la responsabilidad de las autoridades pertinentes el establecimiento de proyectos agropecuarios sustentables para el cultivo de nuestras tierras, el cuidado de nuestros ganados, el respeto de la naturaleza, el sustento de nuestra gente con su propio trabajo. Que no permitamos –con la responsabilidad que compete a gobernantes y legisladores, a la Justicia y los Cuerpos de Seguridad del Estado- que la «mala hierba» de la droga continúe difundiéndose entre nosotros, ni que su tráfico circule por nuestras rutas vallistas y sendas serranas desarmando la vida de adolescentes y jóvenes, de familias enteras, de nuestro pueblo… convirtiéndose, además, en seducción para el dinero fácil."

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